Córdoba, 9 de junio de 2018.

 

Sintiendo

 

Sintiendo muchas emociones juntas, atolladas en mí ser, vivo el día a día; esperando renacer...de lo alto.

Vivo poniendo todo de mí, para disfrutar cada momento del día, con su mística propia, con su carga en mi mochila.

Me sorprenden –en general para mal- las reglas asentadas (no escritas) en la sociedad de hoy en día, naturalizadas drásticamente como hábitos.   

La mayoría de los chicos de ahora, ya no creen en el Amor, en la fidelidad y en un proyecto del Alma, a largo plazo.   

Todo es quick; “use y tire”...tienen una vida descartable, consumista y hedonista. Muchos de ellos son soberbios; creen que “se la saben todas”; quieren aprender –lo básico de lo básico-; pero sin recibir guía o corrección alguna, ¡¿cómo un adulto que es su profesor les va a decir con buenos tonos que lo que hicieron está mal?!...  o peor: corregirles con rojo o verde.  Me dicen –“¡ya me arruinó la hoja!”; y no les puedo contestar que esos contenidos que no saben y ellos hacen mal, son básicos de la lengua y debieron aprehenderlos hace 3 años atrás en la primaria.

O que los trato con sutileza para que no se sientan mal, porque tienen problemas cognitivos muy importantes, y a la mayoría de ellos, el sistema –familia, sociedad, gobierno, etc.- los dejó a la deriva.  Puesto que a un pueblo ignorante que “se las cree”, se los compra con espejitos de colores, -smart phones, smart TV., entre otras cosas- es más fácil llevarlo de las narices, ya que no saben ni comprender un texto, fundamentar sus opiniones, y encima escriben pésimo.  

A todo esto, a muchos de ellos, les encanta quemar etapas: sexismo, marihuana y alcohol están a la orden del día en sus vidas. Y tan sólo tienen 14 años.  

Varios alumnos me dicen: - ¡Profe, estoy de cara!; por lo que averigüe es el síndrome de abstinencia porque hace unos días no se drogan.

Dios Mío; a lo que hemos llegado en esta sociedad argentina del Bicentenario, globalizado, con los milenians.

¿Qué puedo hacer desde mi humilde rol docente? “No quiero hacer la vista gorda”, pero muchas veces me siento solo.  A muchos adultos de los colegios solo les interesan las estadísticas – con números a favor-.  Y los niños pasan a ser un número o un estorbo.  Lo que les importa es la fachada y el status quo...claro y matear y charlas nimiedades en el recreo.  

Sé que no estoy solo; hay más gente buena –modestia aparte-, que también ponen su granito de arena para los chicos tengan un futuro.  Pero en sí, cada vez somos menos.

La docencia tan sólo es, en las escuelas estatales, una manera de tener un puesto seguro, fijo, (pero claro con entradas económicas magras, por debajo del salario mínimo).

¿Qué se puede hacer al respecto?

Je ne se pas.

 

Lic. Porf. E. Ariel Rodríguez